El estudio comparaba a bebés que vivían en un entorno monolingüe (inglés) con los que lo hacían en uno bilingüe (inglés y francés) de seis a ocho meses de edad. Los resultados del experimento indican que entre los cuatro y seis meses los bebés pueden distinguir sólo con estímulos visuales entre su lengua nativa y otra. Sin embargo, esta habilidad disminuye a partir de los ocho meses aproximadamente. En esta etapa, los bebés ya asimilan información y su cerebro comienza a comprender la lengua hablará en un futuro, por eso, la exposición a estímulos visuales y auditivos es fundamental para que perciban una lengua como nativa, así como la música y las caras.
Otros estudios han demostrado que los bebés distinguen diferentes lenguas por el sonido, pero hasta ahora no se había estudiado el papel de los estímulos visuales en este proceso de aprendizaje. Los científicos midieron el tiempo que los niños miraban la pantalla del televisor, puesto que a esa edad se observa durante un periodo más largo lo desconocido. De acuerdo con lo observado, durante esos meses el cerebro también aprende a correlacionar caras con lenguaje. Prestan atención a las formas y el ritmo con que se mueve la boca del que está hablando.
Una de las principales conclusiones, es que los bebés bilingües conservaron su capacidad para distinguir idiomas por los gestos cuando superaron los ocho meses de edad, mientras que los niños que viven en familias monolingüe pierden esta capacidad porque no la necesitan.